El santo padre había sido internado el 14 de febrero por una bronquitis y, desde su hospitalización, su cuadro clínico fue calificado como “complejo” y requirió varios cambios de terapia farmacológica. Los médicos explicaron que, unos días después de haber ingresado, surgió una neumonía bilateral.
Luego de varios días de mejoría, una fuente del Vaticano confirmó a AFP durante el viernes 28 de febrero que Francisco había salido del estado “crítico”. Sin embargo, unas horas después, se anunció que el papa había sufrido “una crisis aislada de broncoespasmo”. Por esto, desde la Santa Sede se reportó “un empeoramiento repentino de la afección respiratoria”. Al igual que en otros avances sobre la salud del sumo pontífice, se indicó que el pronóstico era “reservado”.