Pese al hermetismo en torno a la investigación, trascendió que la presentación fue refrendada por una paciente que habituaba ser asistida por el profesional en su consultorio de la zona sur capitalina.

De no más de 25 años de edad, la denunciante habría precisado que tenía claro las prácticas en kinesiología, trazadas en las extremidades superiores, inferiores y parte de la cintura.

Por ello, días atrás se habría ofuscado al nivel del escándalo en el consultorio, al advertir que las manos y los dedos del kinesiólogo se desviaban hacia sus genitales y glúteos.

Con trabajo también en organismos de salud pública, el kinesiólogo habría manifestado que se trataba de un malentendido, pero al mismo tiempo ensayado un insólito postulado: "Lo que pasa en el consultorio, queda en el consultorio".

Plasmada la denuncia, ahora los fiscales trabajan guiándose por lo emanado del protocolo. Surgen entrevistas psicológicas y otros ítems sustanciosos, sin que hoy fuera posible develar un escenario o aventurar pronóstico alguno, enfatizaron los voceros consultados.